lunes, 26 de julio de 2010

Vuelan mariposas del estrado.

Sonó un tiro de cabeza en el ahorcado.
No quiere gritar, no quiere.
Sólo que no puede, alcanzar el tren
y giran las mariposas del estrado
la silla, rota en los labios cansados
Un meteorito no fue culpa de su cabeza colgada
en el As vomitivo
Se revuelcan en la calle que sigue
y pegan sus sogas de saliva
Retuercen hasta el último pájaro enfermizo.

Sienta en migrañas de papel su atajo malévolo.
Y cuando sonó, la cabeza en el estrado
el ahorcado fue feliz cuando no hubo nada

que la escalera de plastilina
inquieta sus manos de hielo
atadas sin miedo.