domingo, 4 de noviembre de 2012

Disipaba los barcos a lo lejos que venían
y zarpaban de maullos que venían a lo lejos zarpaban
y quemaban las flores flores de zarzos rojos y escoltaban y ocultaban
todo
sutil-mente
debajo del Sol arcaico lejanor
Situaban débiles los otros que observaban más de lo que debían hallar
No dijo nada y se calló, miró justo cuando el cuadro que pintaba se desmoronó
Debería importarse pero no.
Se ve que no.
No vio que no.

Y duele tanto que duele el dolor de la piedra de flor de aleaciones extraterrestres más oscuras que Plutón y dícese,
Y dícese ser un amigo que lo invitó una vez,
a una copa de distancia alrededor.
Y dícese que el dolor de ese lugar en el pecho que guardamos en un cajón
Y díce que digo que dije nada que hay que decir
Y traban sus nombres con fuego de amanecer 

Nada de lo que dicen dice que la palabra inexacta no existen memorias no existe refugio febril que mente dibuja sus colores puente de alubí, simprean caotes, de pelos reuní
Suelan suflan degrado de añares de cometas vivo ardí
Y lluv.-

Ésto no es para leerse en voz alta.
Las palabras que no terminan no necesitan de nadie que las termine por ellas, y el más leve suspiro después de la última consonante si es consonante ya no es la misma letra ni el mismo fin.
No son para leerse en voz alta los pensamientos, por eso es que se escapan a las figuras más extrañas e indescifrables para el ojo del hombre-mujer y en las metáforas más recónditas y en los sueños más profundos y en los jeroglíficos más complicados y en las ciencias más absurdas que jamás el mundo podría llegar a decir.
Las palabras mueren. Cuando se las descubre en su Fin de vivir.
Y hablo del fin y del Fin. Y hablo de las palabras hablan solas.
Y perduran aquellas, y sólo aquellas que nunca el hombre-mujer pueda llegar a entender.
Y se disfrazan en que si quieren a todas se las filosofa.
El problema del hombre-mujer empezó cuando quiso decir-encualquierformasea su pensamiento.