miércoles, 2 de septiembre de 2009

El caminante recuerda lo hermoso que es, y sonríe con ese malestar que nos pesa. El malestar que pesa y nos hace sentir un tanto... puta, salgamos a caminar.
Y el caminante rara vez discute con las palabras, las cree ciertas.
Las revaloriza. Se recrea. Juega.
El caminante rara vez cree en el problema de no encontrarse nuevamente con esas cosas que le hacen tan bien. Juega con los métodos y los hace propios.
El caminante entiende la complejidad de andar tan simples. Y lo natural que es respirar.
Poque el caminante siente que caminar es la ciencia cierta.

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